¿Usted qué cuenta?
— ¿Así que es usted cuentista? —se trataba de un anciano, más que yo, con rostro esculpido en bronce del que partía una mirada luminosa. —Sí, entre otras cosas. Escribo cuentos, relatos cortos…. —Pero ¿cuenta usted algo? —Hombre algo debo contar para escribirlos… —No, no se engañe usted. Llevo leyendo cuentos toda la vida, cuando aún no alzaba dos cuartas cayeron en mis manos los cuentos de Calleja que mi padre coleccionaba,aunque siempre dijo que los compraba para mí. Anda que no lo pillé veces leyéndolos. Pues como le decía, yo empecé con aquellos cuentos y me acostumbré a leer historias cortas. He leído muy pocas novelas. Me acostumbré al ponerme a leer acabar de una sentada lo que leía… con las novelas debía interrumpirlas y al ponerme de nuevo a leerla tenía que releer, en parte, lo leído el día antes y no adelantaba nada. —Entonces lo que le preocupa a usted es que los cuentos sean demasiado largos. —No, ¡quite usted!, es que a mi edad ya desbarro un poco. Lo que quería decirle e