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Mostrando entradas de abril, 2020

LA LARGA ESPERA

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Una larga espera para una lectura que resulta corta. Un telegrama anunciando a Louis Vignon la muerte de un buen amigo le destapará su particular caja   de Pandora y un torbellino de sucesos se precipitaran a raíz de ello. Así se inicia la trepidante acción que el lector de «La larga espera» seguirá hasta el final. No me resulta extraño que esta novela fuera galardonada, y no solo por ser     obra de un autor laureado, como le es J. S. Roy, sino por la calidad de la literatura que se respira desde sus primeras líneas. Es un escrito ampliamente documentado tejido a base de un florido y extenso vocabulario con el que teje una magnifica trama, sin desperdiciar la oportunidad que le brinda la novela de hacer alguna reivindicación social.     No soy amigo de encasillar las obras en conceptos arquetípicos. Toda obra, como su autor, es un mundo, un universo que se resiste al rígido encasillamiento en esos conceptos a los que nos tienen acostumbrados, para evitar que nos explayemos

RESEÑA DE «ZARZAL BAJO LA MAR»

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RESEÑA DE «ZARZAL BAJO LA MAR» Magia, delicadeza, misterios susurrantes y la búsqueda del ser humano. El título de «Zarzal bajo la mar» ya impele, por si solo, a su lectura y ese impulso, si lo seguimos, no nos defraudará. Se inicia con un breve y delicioso relato, que   ya nos llegó en las páginas del Heraldo de Aragón: «Un sueño largo tiempo olvidado» que nos sumerge en un ambiente que nos desplaza entre lo vivido, lo soñado y lo que desearíamos soñar. Es una sensación que nos acompañará durante la lectura de toda la obra. Su contenido es heterogéneo y fascinante, nos presenta los amores y desamores de Creta y Devon en el relato que da nombre a la obra, nos recrea con algo tan peculiar como la gaita de boto, rescatada del olvido y alrededor de la que giran dos relatos: «Sopla que sopla» ganador del primer certamen literario de la Asociación Cultural Bente D´abiento en 2017 y algo más abajo «Aprender es recordar» que quedó finalista en la segunda edición. En el p

Héroe sin remedio

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HÉROE SIN REMEDIO   Cuando, en plena pandemia de coronavirus, le convocaron a una reunión por videoconferencia de la «asambleílla» a Evaristo le enorgulleció porque contaran con él. Era el órgano oficioso, pero todopoderoso de la Federación y lo que decidía o lo cumplías a pies juntillas o estabas fuera. Evaristo, el Puño de Hierro, era el único personaje que perduraba en aquel deporte, legendario por su avanzada edad y los méritos deportivos que acumuló cuando deporte y dinero no iban de la mano. Era el Presidente Honorario aunque solo para salir en las fotos. En aquel deporte el público solo lo recordaba a él. Los dirigentes de la asociación eran politiquillos que no pudieron llegar más lejos y allí se apoltronaron. Él no se quejaba, esas efímeras apariciones aparejaban dietas y propinillas que completaban la pensión que, graciosamente, le concedió el anterior Jefe del Estado y con esos pocos cuartos malvivía en su pequeño piso, lo suficiente para no in