CHIQUITA O EL VIAJE INTERMINABLE Este relato está dedicado a Dolors López, la persona que me lo inspiró a quien profeso tanto afecto y admiración como soy capaz —Mamá, tengo hambre, cuéntame un cuento. —Lo sé mi niña. Arrímate que entremos en calor. A cubierto de los soportales de una ruinosa construcción, acurrucados un frío contra otro, cubiertas por un dechado de agujeros, que en su tiempo fue una manta, madre e hija trataban de burlar a su glacial acompañante, ya que, por mucho que lo intentaron, no les fue posible engañar la necesidad de comer que las devoraba. La madre tragó saliva, lo único que llegaba a su estómago desde el día anterior, miró el amenazador estado de las vigas que sostenían el porche que las cobijaba, por si el miedo a que cayeran le hacía segregar más saliva que tragar, e inició la narración: ‹‹Érase una vez una muchachita llamada Chiquita que tenía una pequeña granja de la que, con mucho esfuerzo, ...
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